Una recesión no es igual a una crisis de la vivienda. Esa es la única cosa que todo propietario de vivienda hoy necesita saber. Donde quiera que mire, los expertos advierten que podríamos estar dirigiéndonos hacia una recesión, y si es cierto, una desaceleración económica no significa que las casas perderán valor.
La Oficina Nacional de Investigación Económica (NBER por sus siglas en inglés) define una recesión de esta manera:
“Una recesión es una disminución significativa en la actividad económica repartida por toda la economía, normalmente visible en la producción, el empleo y otros indicadores. Una recesión comienza cuando la economía alcanza un máximo de actividad económica y termina cuando la economía alcanza su punto más bajo. Entre el mínimo y el máximo, la economía está en expansión”.
Para ayudar a demostrar que los precios de las casas no caen cada vez que hay una recesión, de un vistazo a los datos históricos. Hubo seis recesiones en este país en las últimas cuatro décadas. Como muestra la gráfica a continuación, al observar las recesiones que se remontan a la década de 1980, los precios de las casas apreciaron cuatro veces y depreciaron solo dos veces. Entonces, históricamente, hay pruebas de que cuando la economía se desacelera, no significa que el valor de las casas caerá o depreciará.
La primera ocasión en la gráfica en que el valor de las casas depreció fue a principios de la década de 1990, cuando los precios de las casas cayeron menos del 2 %. Sucedió de nuevo durante la crisis de la vivienda en 2008, cuando el valor de las casas disminuyó en casi un 20 %. La mayoría de la gente recuerda vívidamente la crisis de la vivienda de 2008 y piensa que si cayéramos en una recesión repetiríamos lo que sucedió entonces. Pero este mercado de la vivienda no es una burbuja que está a punto de estallar. Los fundamentos son muy diferentes hoy de lo que eran en 2008. Por lo tanto, no debemos asumir que nos dirigimos por el mismo camino.
No estamos en una recesión en este país, pero si viene una, no significa que las casas perderán valor. La historia demuestra que una recesión no equivale a una crisis de vivienda.